En la anterior entrada hablaba de algunas diferencias que he apreciado entre escribir para el teatro y hacerlo para el cine y la televisión. Las que hay entre escribir novelas y guiones parecen más obvias (ahora veremos si lo son tanto). En todos los casos se trata de contar una historia, pero las herramientas que cada uno de los medios te proporciona son muy distintas.
Siempre pensé que adaptar una novela sería una tarea más sencilla que escribir un guión original, hasta que tuve que hacerlo. Incluso cuando el material de partida parece especialmente apropiado porque se trata de una novela con un fuerte componente dramático, en la que, para entendernos, «pasan muchas cosas» y los personajes tienen motivaciones claras, incluso entonces la traslación de la página a la pantalla resulta complicada. La recomendación de Hitchcock, en sus entrevistas con Truffaut es la siguiente:
«Yo leo una historia una sola…
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